Como ya os comenté en el anterior Yobasket Leyendas voy a dedicar este segundo capítulo a contar las anécdotas acaecidas alrededor de la vida de Pedro Ferrándiz y que, por supuesto, tienen que ver con el baloncesto.
El día que ordenó la auto-canasta. Era una jugada que ya tenía pensada. El Real Madrid se enfrentó al Ignis Varese donde se produjo un curioso hecho. En el partido de ida, celebrado en Varese y a escasos segundos de la finalización del encuentro, el marcador se encontraba con un empate a 80. Debido a los jugadores eliminados y lesionados del conjunto blanco, una prórroga se presentaba como un más que probable dramático resultado final para los intereses de la eliminatoria, por lo que Ferrándiz, tras solicitar un tiempo muerto, y con posesión, ordenó a sus jugadores que se autoencestasen para así perder el partido por 82-80, minimizando riesgos y evitando así una abultada derrota. Al principio, el público se mostró eufórico, pero uno de los jugadores rivales se dio cuenta rápidamente de que todo había sido premeditado. Desde ese momento, la FIBA cambió la normativa acerca de las eliminatorias, permitiendo resultados de empate para evitar prórrogas y así decisiones controvertidas. La vuelta en Madrid clasificaría a los españoles, ya que ganaron por una diferencia de 22 puntos (83-61). Ferrándiz declaró: “reconozco que pasamos una semana con un miedo espantoso, ya que no sabíamos cómo iba a reaccionar la FIBA: si sanción, si descalificación. Se nos pasó de todo por la cabeza, aunque al final se limitaron a cambiar el Reglamento”.
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El día que estuvieron 14 minutos sin atacar. Entrenaba al juvenil del Madrid y jugaron contra El Pilar. Siempre odió las defensas en zona, y más en las categorías inferiores. El Pilar se puso así desde el principio del partido, por lo que, nada más ponerse por delante en el marcador, ordenó al que tenía el balón en esos momentos que no hiciera absolutamente nada. O salen, o se termina esto, pensó. ¡Catorce minutos estuvo el chico quieto como una estatua! Al final, ante la reacción de los seguidores que allí se encontraban, los árbitros decidieron suspender el encuentro. Recuerda que el diario Marca le criticó muchísimo por todo eso, pero lo cierto es que cuando se reanudó el juego otra tarde y a puerta cerrada, los contrincantes se abrieron y los juveniles del Real Madrid se llevaron el gato al agua.
El día que no admitió a Alfonso Martínez en la Selección. “Fue un lunar en su historial, un auténtico fracaso”. De esta manera definió su corta etapa al frente de la selección (1965), que se vio tremendamente marcada por la ausencia de Alfonso Martínez, el más alto y mejor jugador español de su generación, en el Eurobasket de Tiflis (URSS). Si alguno se pregunta que por qué no estuvo, la respuesta es simple, por un tema de disciplina, y que a mí, personalmente, me parece correcta.
Un día llegó tarde, sin justificación, a la concentración de la Selección en Navacerrada en taxi y le dijo: ''¿Dónde vas?", le preguntó, "Pues adónde va a ser, a incorporarme al equipo", fue su respuesta. "Yo que tú no dejaría marcharse al taxi, que si no te vas a tener que volver andando a Madrid". Aquello no gustó mucho, pero era la disciplina que se había impuesto.
El día que ganó una Copa de Europa al final. 1974, Nantes. El Real Madrid ganaba por 78-74 a falta de dos minutos y medio, cuando Carmelo Cabreracometió su quinta personal. El cambio teórico era Vicente Ramos, base titular, que ya se había despojado del chándal, cuando le vino la inspiración de confiar en un joven de 19 años llamado Juan Antonio Corbalán. No se equivocó, pues sacó dos faltas personales a los jugadores del Ignis, convirtiendo los cuatro tiros libres, para asegurar la victoria por 84 a 82. Había nacido un futuro líder para el baloncesto español.
El día que perdió una Copa de Europa al final. En Barcelona, contra el CSKA Moscú, dos prórrogas, 103-99. El Real Madrid estaba acostumbrado a jugar en canchas contrarias y hasta hostiles, pero aquello fue increíble, demasiado. Esas diez mil personas no pararon en ningún momento de animar a los rusos y, por extensión, de increpar a los madridistas. Tras el partido Ferrándiz declaró: “Jamás olvidaré la bandeja que falló Miles Aiken. ¡Joder, si la hubiera metido hasta yo! En fin, supongo que ahora tendría cinco Copas de Europa en vez de cuatro. No obstante, esos aficionados también se merecían una jornada de alegría, después de una década recibiendo palizas y más palizas. Pobrecitos''.
El día que obtuvo el título de entrenador. En la década de los 50 Ferrándiz residía en Alicante y se sacó el título por correspondencia. El director de la Escuela les remitió el examen final con una serie de problemas sobre hipotéticos casos reales que debían solucionar. No lo debó hacer tan mal, cuando fue el número 1 de su promoción. No podía ser de otra manera.
El día que se hizo jugador. Esta anécdota prefiero que la cuente él. “Me han dicho que a San Pablo le pasó algo parecido: yo vi un partido de baloncesto, me caí del caballo y vi la luz. Era en un campo de tierra y quise jugar. No me costó mucho aprender, la verdad. Corría muchísimo, era bajito, jugaba de alero titular, que nadie lo dude, y llevaba el número seis de un equipo formado por un grupo de amigos que, faltaría más, carecía de entrenador. Menos mal, ya que a mí nunca me ha gustado obedecer; prefiero mandar. Supongo que no nos habríamos llevado muy bien”.
El día que fichó a Hightower. Fue la primera superestrella americana que llegó a Europa, donde permanecería una sola campaña, pero que metió al Real Madrid en la final de la Copa de Europa, a la que no se había llegado nunca. "¿Que cómo pude ficharlo? Por suerte. Suerte y habilidad. A pesar de deslumbrar en los Estados Unidos, él no podía ingresar en la NBA hasta terminar sus estudios, por lo que había decidido jugar una temporada con los Globetrotters. Enterado de esta situación, me planté en su Philadelphia natal, donde casualmente se celebraba el All Star a cuya gala él estaría invitado con casi total seguridad. No fue muy difícil colarse allí dentro, la verdad. En dicho acto se homenajeaba a Bob Cousy y yo, que traía conmigo una insignia de oro y brillantes del Madrid, dije que venía desde muy lejos para hacerle entrega de dicho obsequio. Desde luego, allí todos me miraban con cara rara. Es más, yo creo que el propio agasajado ni se enteró de quién era yo, de dónde venía, qué narices era España o el Real Madrid. Pero yo al menos contraté a Wayne Hightower”. Esto hizo, que el propietario de los Globetrotters enfureciera amenazando con forzar la detención de Ferrándiz en el caso de que volviera a pisar suelo de Estados Unidos.
El día que se viajó a Moscú por primera vez en la historia del deporte español.Hay que ponerse en situación. En aquellos tiempos, estaba completamente prohibido competir en cualquier país del Telón de Acero. El Real Madrid tenía una eliminatoria contra el CSKA y si no acudían, quedában eliminados. Ante semejante panorama, se reunieron con Castiella, ministro de Asunto Exteriores por aquél entonces. Los argumentos fueron que el Real Madrid era el mejor embajador de España y parecieron convencerle, aunque él les dijo que Franco sólo autorizaría la expedición si había plenas garantías de triunfo deportivo. Tocaba reunirse con él, en persona.
Ahora os relato la conversación entre Pedro Ferrándiz (PF) y Santiago Bernabéu (SB) en el coche y de camino a la reunión que tuvieron con Franco, según relata el propio Ferrándiz:
- SB: Oye, si te pregunta, di que ganamos seguro.
- PF: Pero don Santiago, si a los rusos no hay quien les tosa.
- SB: Bueno, pero tú di que les vamos a dar una paliza.
Así las cosas, efectivamente: me preguntaron, respondí lo que había que responder, es decir, mentí lo que había que mentir, y viaje autorizado. Por cierto, que vencimos.
El día que renovó a Joe Arlauckas. A sus oídos había llegado que Arlauckas había firmado un precontrato con el Kinder para cuando acabara el año que le restaba de contrato. Como con su agente las cosas no andaban bien, decidió reunirse personalmente con el jugador. Se fueron a comer y el jugador le reconoció que le gustaría seguir en el club. Entonces le propuso lo siguiente: “Coge tu servilleta y anota la cantidad que estimes adecuada como ficha. Yo voy a hacer lo mismo y, a partir de ahí, vemos lo que pasa, si negociamos o nos despedimos como buenos amigos”. Arlauckas, que cobraba un millón de dólares por temporada, puso 700.000, por lo que esa misma semana se firmaba la renovación. Supongo que ahora os gustaría saber lo que había escrito Ferrándiz. Es fácil: simplemente, “OK”.